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jueves, 9 de diciembre de 2010

V de victoria, de Puebla Verde, de parques y ríos

Les cuento algo que está sucediendo en Puebla, una de esas cosas que tienen su auge en las noticias locales, que pasan inadvertidas en los periódicos nacionales y que nunca llegan al descontextualizado ámbito internacional. Son dos pequeñas buenas nuevas que van de la mano y que son, sin duda, de lo mejor que le ha pasado últimamente a la ciudad de los volcanes: 1) el Parque del Arte vuelve a la administración de la ONG que lo hizo posible y 2) se creará un corredor ribereño a lo largo de un fragmento del río Atoyac.

El Parque del Arte fue noticia hace ya algunos años. El pedazo de tierra que se pudo salvar del gandallismo de un grupo de empresarios y políticos que tuvieron a bien hacer negocio con terrenos de conservación. Qué fácil fue cambiar el uso de suelo y construir Angelópolis. Luego de fracasar en el intento de hacer lo mismo con este último vestigio de área verde, el Gobierno del Estado, bajo el inverosímil mandato de Mario Marín, volcó todos sus corruptos esfuerzos en desprestigiar a la ONG y a los ciudadanos que lucharon porque el parque fuera parque. Desalojaron al personal con todas las de la corrupción, destruyeron los cuerpos de agua que ya estaban atrayendo aves y lo disfrazaron todo con una nueva inversión que por poco se vuelve canchas de futbol de pasto sintético.

Con Mario Marín con un pie puesto en su despedida de la gobernatura el Tribunal Superior de Justicia da la razón a la ONG, que pronto, en Enero, volverá a administrar el parque. No a hacer negocio, no ha ser propietaria. Sólo a velar por su funcionamiento y bienestar, como lo ha hecho con la Laguna de San Baltazar desde hace más años que la memoria de muchos. La ONG se llama Puebla Verde.


La otra buena noticia es que la ciudad contará con un parque ribereño en el fragmento que va del puente de la 25 sur al de la avenida de las Torres, es decir de donde comienza la Atlixcayotl a cerca de las espaldas del Tec de Monterrey. Con planta de tratamiento y todo. Un modesto primer paso de lo que podría transformar el paisaje poblano. El plan todavía no se ha presentado al público por completo, pero ya comenzó con un primer acuerdo.

Imagínense que le cuentan esto a un europeo que todos los días camina por un parque impecable y cruza el río por un andador empedrado para llegar al trabajo. Platíquenle del gobernador involucrado en prostitución infantil. Parecerá que el primer mundo es primer mundo y que el “paises en vías  de desarrollo” es un eufemismo ridículo. Pero el Viejo Mundo es viejo. Está plagado de cicatrices, muchas con maquillaje suficiente para que él mismo pueda ignorarlas en el espejo. En sus parques arbolados y sus lagos con hielo poco queda de lo que fue la biodiversidad original, generalmente nada. El mundo comenzó a cambiar cuando era demasiado tarde. Hay muchas cosas que nunca podrán recuperar. Nosotros podríamos no perderlas de entrada.

Se dice fácil, está complicado. Se necesita entusiasmo, de ese que vuelve al trabajo pasión y no salario. Se requiere gente, la hay muchísima, que desde la convicción de su trinchera logra mantener un proyecto tras años contra corriente. Se puede. Y tan se puede que se está haciendo. La victoria de parques y ríos es un ejemplo que de puro gusto les comparto hoy que ya puedo escribir sin que me tiemblen de felicidad las manos. Hay tantos otros. Se están haciendo cosas. Piénselo, el mundo no se sostiene sólo (ni sobre tortugas).

Sí, ya sé, hoy peco de optimista. Ni qué, V de victoria.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Diario de mi colmoyote y yo XII: 100% de humedad pero nieve

Qué ni qué, los días vuelan. Debí finalizar la historia de Paquito, mi colmoyote (Dermatobia hominis) meses atrás. Fue las ganas de encontrar las palabras adecuadas y la foto perfecta las que me entretuvieron. Y ahora ni lo uno ni lo otro, pero finalmente, la última entrada del Diario del colmoyote, mas no de este blog si es que le sigo escribiendo y alguien lo sigue leyendo pasado el auge del morbo parásito.

Por motivos del destino académico y azaroso en estos momentos me encuentro a 52° de latitud Norte, lo que quiere decir que oscurece antes de las 4 pm y que no llegaremos a 10°C en ningún momento del mes. Pero eso sí, la mayor parte del día estamos al borde del 100% de humedad. Justito como en la selva. Los hongos crecen en las paredes y lo corroen todo si es que la tecnología baja la guardia un instante. La madrugada es bruma. Ocultos así, los árboles son sólo una silueta y los pájaros un canto lejano. 100% de humedad como en los aguaceros de la selva pero frío, frío suficiente para que la vegetación sea por completo distinta, para que la biodiversidad toda recuerde a las montañas más altas de México. Y luego la nieve, ayer vi nevar por primera vez en mi vida y lloré como quién descubre el mar. En fin, comento sobre el estado del tiempo para abrir la conversación.

Decía de Paquito. Vivió 10 días (un aplauso a J por revisar) mientras yo irónicamente andaba de nuevo por su lugar de origen. Sus ojos rojos (hermosos) se decoloraron tras su muerte. Su peso seco fue de 0.04473 g que puedo presumir fueron construidos prácticamente en su totalidad gracias al consumo de mi persona.

Vénganos las fotos:









Y por cierto, de esa última ida a la selva me llevé otros dos colmoyotes. Uno de ellos fue particularmente difícil de detectar, estuve segura de que se trataba de tal huésped 20 días después, a unos días de partir a la tierra lejana donde les decía me encuentro. El vuelo a esta latitud es largo y dio tiempo para que me pusiera la cinta (sí, llevo cinta plateada siempre en la mochila), esperara a que se asfixiara y lo extirpara. Lamento no presentarles un video de la extracción, pero la complejidad de la maniobra superó a mi energía y a los escasos recursos del baño del avión. Lo mejor que pude hacer fue grabar al ejemplar después, pues la larva seguía viva:



100% de humedad y nieve, bosques recién plantados cuyos ancestros se refugiaron al sur durante las glaciaciones. 100% de humedad y calor, la selva con sus millones de especies, en una tierra de condiciones estables. El avión que cruza el Atlántico, el océano que separa las masas de tierra que estuvieron unidas. Las cicatrices que Dermatobia hominis dejó en mi piel, discretas marcas de un ciclo de vida parásito, de un organismo que de adulto no se alimenta más pero que cuando larva come de nuestro tejido, recordándonos que nuestras células están hechas de lo mismo que el resto de la fauna, que puede digerirnos, construir nuevas proteínas con nuestros aminoácidos, que somos, al fin y al cabo, parte de esta hermosa consecuencia evolutiva que llamamos biodiversidad.


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Toda la historia del colmoyote:

Diario de mi colmoyote y yo I
Diario de mi colmoyote y yo II
Diario de mi colmoyote y yo III
Diario de mi colmoyote y yo IV
Diario de mi colmoyote y yo V
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Diario de mi colmoyote y yo VII
Diario de mi colmoyote y yo VIII
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Diario de mi colmoyote y yo X
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Diario de mi colmoyote y yo XII

jueves, 23 de septiembre de 2010

Diario de mi colmoyote y yo XI: 100 años de la UNAM, 52 días como pupa y tenemos un colmoyote adulto

El pasado 31 de julio la larva de Dermatobia hominis salió de mi cuerpo, se enterró y comenzó el proceso final de metamorfosis para convertirse en adulto. Hoy 22 de septiembre, a 52-53 días de aquel suceso, emergió el adulto: una mosca.

Con esto se completa el ciclo de vida del proceso que comenzó hace 4 meses cuando la larva de colmoyote entró a mi piel para alimentarse. Cosa que no volverá a hacer en su vida: los adultos no comen más. Su aparato bucal no es funcional y enfocan todos sus "días mosca" a intentar reproducirse.

Dermatobia hominis no es la única especie con un comportamiento así, para no ir más lejos, muchas de las palomillas (mariposas nocturnas), como por ejemplo las de la familia Saturniidae hacen lo mismo.

De vuelta con Paquito, el ejemplar mide alrededor de 1.5 cm. Es color negro azulado, con ojos rojos y apéndices bucales amarillos casi blancos, sus patas son café claro. Aquí una foto que el recipiente y la malla me dejaron tomar, y por supuesto un pequeño video que describe la situación.




¿Qué sigue? Esperar que el ciclo de vida termine y analizarlo bajo el microscopio ¿será macho o hembra?


Total que hoy estamos de fiesta. ¡Salud!

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Toda la historia del colmoyote:

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domingo, 8 de agosto de 2010

Diario de mi colmoyote y yo X: Habemos pupa

Cuando mi colmoyote dejó mi cuerpo a los dos meses y una semana de estar alimentándose de mí, no estaba segura de si se trataba del fin natural del proceso, de un adelanto o una interrupción catastrófica.

Para comprobar si la larva había logrado transformarse en pupa la desenterré a las 24 horas  y luego 3 días después. El resultado: éxito rotundo. Paquito es una pupa. Es decir, pasó de ser un gusano con movimiento que se alimentaba de mi cuerpo, a un cuerpo sésil dentro del cual ocurre la metamorfosis. Sus órganos internos se reabsorberán, se crearán estructuras nuevas, como patas y alas, y el organismo adulto que emerja tendrá la típica estructura de un insecto: abdomen, torax y cabeza.

Me arriesgué a desenterrarla, lo cual esperemos no afecte negativamente la metaformosis, porque tenía que saber si efectivamente había logrado pupar o si el gusano simplemente se estaba pudriendo ahí enterrado.

Sé que es una pupa porque se fue oscureciendo progresivamente, se endureció y no presenta muestras de estar descomponiéndose:


Lo que se ve color negro es la pupa en sí, no es que esté cubierta de tierra. Hoy volví a revisarla y todo parece seguir en orden. Esperemos que ahí dentro la biología del desarrollo esté haciendo lo suyo y tengamos un sano adulto en unas cuentas semanas (de 20 a 60 días, en teoría).

En cuanto a mi cuerpo, la cicatrización de la herida ha sido veloz y sin ninguna infección. La lavé con agua y jabón y la desinfecté con agua oxigenada y mertiolate. Ninguna ciencia, ningún drama para que se cerrara el orificio. A los pocos días ya prácticamente no se nota:


Insisto que el bicho fue higiénico y no causó mayor daño al tejido.

Y ahora, sigue la espera.


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sábado, 31 de julio de 2010

Diario de mi colmoyote y yo IX: Pasión futbolera y se sale la larva

Hoy la cosa se puso cardíaca. Después de 68 días de vivir dentro de mí y comerme, la larva de colmoyote salió de mi cuerpo. Dos meses y una semana, menos de los supuestos 3 meses que estábamos esperando.

Estaba jugando futbol. Al medio tiempo estaba asomándose más de lo normal, tal vez 7 mm y podían verse algunos de sus espinas o ganchos negros. No me alarmé demasiado, cuando escalaba también se comportaba de forma parecida. No sentí dolor alguno. Sólo la revisaba periódicamente, cada que la jugada me lo permitía. En una de esas vi sólo el agujero, pensé que se había vuelto a ocultar, como normalmente hacía, pero al palparme me dí cuenta que no. Escaneo frenética la cancha, a unos 4 metros de mí había una bolita amarilla. Corro, la tomo, es la larva. La guardo en el puño izquierdo y sigo jugando. Cual supercampeones me debato en mi interior, salirse así namás es algo que no se le puede hacer al equipo. Le grito al DT en el otro extremo pidiendo mi cambio. No lo puede hacer inmediato. Tres jugadas más, de pronto todo sucede en mi banda. Me cuesta concentrarme, siento a la larva rebotar en mi puño. Salgo finalmente, me siento pésimo con el equipo, así que perdones y gracias.

Bueno, aquí está mi ridícula autoentrevista:




El agujero que dejó en mi piel. Ventaja tener antiséptico en el botiquín del equipo. Queda solo cuidar la herida para que no se infecte:




Después D, un amigo que estaba en las gradas, me hizo el enorme favor de conseguir tierra y un recipiente:




¿Porqué ponerla sobre tierra? En teoría esta larva, que está en el tercer estadío (recordemos que creí Paquito había muerto cuando en realidad fue una muda de piel) debe de enterrarse y pupar (o sea hacerse pupa o crisálida, como las mariposas), de donde surge el adulto. Por cierto, alguna vez dije que no estaba segura de si estos dípteros pasaban por diferentes etapas larvarias, luego me enteré que sí y olvidé comentarlo aquí.

Teníamos otro partido una hora después, mientras descansábamos en las gradas me dediqué a tomarle algunas fotos y video:







Debo decir que pasé por momentos de angustia en los que no supe si esta larva era efectivamente el estadío larvario final y listo para pupar o si había salido adelantadamente... y todo por la pasión futbolera. Su color es amarillo, en vez de blanco como las larvas que extraen quirúrgicamente (1). Esto, según R que también tuvo uno hace años, es una buena señal, así que esperemos lo mejor.

Ya en casa le tomé unas fotografías más. En esta señalo sus principales características morfológicas (1, 2). Espero no estar cometiendo algún error al identificar las partes. En cuanto tenga un poco más de tiempo hago una mejor revisión bibliográfica y les doy mayor detalle.






Así pues termina la miasis y la parte parásita del ciclo de vida de Dermatobia hominis. Ahora, si todo sale bien, permanecerá como pupa al rededor de un mes y después emergerá el adulto, es decir una mosca de vida libre. Paquito el colmoyote ya comió todo lo que comerá en su vida, como adultos no pueden alimentarse (incluso me parece que tienen atrofiado el aparato bucal), su único propósito es encontrar pareja y reproducirse.

Hice un terrario un poco mejor. Debo mantener relativamente húmeda la tierra y procurar que no se enfríe demasiado. Gracias a J por regalarme una media que sirve de malla. Así quedó el terrario:


Agradecimiento especial a todas las chicas del fut y al DT por su comprensión.



Ahora, la espera.


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viernes, 30 de julio de 2010

Diario de mi colmoyote y yo VIII: Ya se asoma

2 meses y 5 días. Ya se asoma. Es enorme. Parte del tiempo permanece bajo mi piel, pero cada vez pasa más tiempo con unos 5 mm del segmento anterior asomado y sin moverse. La cabeza es pequeña, poco menos de un 1mm de mandíbulas






Eso sí, cuando me meto a bañar sale y se mueve mucho, según yo para beber agua. La primera vez creí que ya estaba naciendo y salí disparada en toalla por la cámara, falsa alarma. Después pensé que podría ser el agua caliente, pero probé con agua fría y también sucede.

De tan cómica escena no hay video, lo siento. Pero los dejo con un video del 22 de julio (o sea a 3 días de cumplir dos meses) y con este otro tomado hoy 30 de julio, a los dos meses y 5 días. Verán que en 8 días creció bastante, básicamente se ha dedicado a comer la orilla del orificio y ampliarlo paulatinamente.










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lunes, 26 de julio de 2010

Diario de mi colmoyote y yo VII: todo cambia a los 2 meses

El pasado 24 de julio se cumplieron 2 meses. Cuatro días antes, cuando tuve mi ataque de pánico, las cosas comenzaron a cambiar.

Se terminaron las evacuaciones escurriendo por mi brazo. Comenzó la etapa de hacer más amplio el orificio de la herida. En sólo una semana pasó de apenas 1 mm a alrededor de 3 mm y es mucho más notorio:



El colmoyote lo hizo dando pequeñas mordidas en la periferia de la herida, es decir que ya no está solo en las profundidades, sino que puedo ver su pequeña cabeza asomarse ligeramente al comer la orilla de la herida. Cuando termina, se da la vuelta, se esconde y puede verse el espacio muy claramente durante un momento:





Después de un rato genera una costra pequeña que cubre la entrada, según yo es algo que hace más el colmoyote y menos mi cuerpo, es decir no es propiamente una cicatriz sino un tapón que Dermatobia hominis  genera:




El dolor ha aumentado, por no decir que ha aparecido por primera vez, pero sólo es cuando está comiendo. Una o dos veces al día, 2 a 5 minutos. Absolutamente soportable.

En teoría, según las fuentes, falta un mes más. En dos semanas tendré todo el tiempo a la mano los preparativos para recibirlo.

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martes, 20 de julio de 2010

Diario de mi colmoyote y yo VI: El ataque de pánico

Dicen por ahí las fuentes médicas y veterinarias que toma tres meses. Pero me entró el pánico de que sea un dato demasiado estimado y que mi colmoyote emerja antes.

Es que sigo sin tener cámara y sería una tragedia que llegara el momento y no tuviera con qué documentarlo. ¡Ataque total de pánico! Pero bueno, ya le hablé a un amigo y me prestará la suya hoy. 

Mi temor se basa en que Paquito ha aumentado mucho su actividad desde ayer. El orificio ya mide como 2.5 mm de largo, la roncha está bastante más pronunciada aunque sigue siendo local e indolora. Lo más interesante es que puede verse parte de la larva cuando está excretando. Literalmente saca un poco la colita para expulsar los desechos, muy higiénico todo. También las comidas han sido un poco más intensas y ha sangrado un poco, como si estuviera ampliado sus habitaciones o preparándose para salir. Más aún, hace 5 minutos se movió como asomando un poco el cuerpo sin expulsar ninguna secreción, nunca había pasado.

En fin, a falta de seguridad total en cuanto al tiempo de incubación, empezaré a tener listos todos los preparativos. Por lo pronto que no pase nada antes de que consiga la cámara.

Los dejo con esta (otra) pésima foto tomada con mi triste pero entusiasta camarita web.


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sábado, 10 de julio de 2010

Diario de mi colmoyote y yo V: La situación al mes y medio

No he escrito en un rato, disculpas, andaba de viaje. Mi colmoyote tiene un mes y medio. Las cosas han cambiado desde la última vez que escribí:

1. Orificio de 1.2 mm perfectamente distingible como tal

2. Roncha de 0.5 cm de diámetro visible externamente y de 1cm si se palpa la inflamación

3. No inflamación ni reacción alguna fuera del área local de la roncha

4. No ganglios inflamados, temperatura ni otro síntoma de mi sistema inmune quejándose

5. Durante 3 a 4 momentos al día  se siente una punzada local, por no más de 1 minuto, probablemente durante el tiempo que el bicho se alimenta o mueve con mayor intensidad

6. Secreciones cada 1.5-4 hrs de líquido café oscuro. Creo que deben ser los desechos digestivos de la larva, tienen un olor particular y no es sangre coagulada

7. Secreciones, 1 vez al día por lo general, de líquido transparente acompañado de un poco de sangre (poco abundante)

8.Ligera resequedad al rededor del orificio

9.No infección ni secreción de pus

El punto 6 empezó al mes y 3 días y ha aumentado, a veces se acompaña de un poco de dolor, pero no es intenso.

En los próximos días subiré buenas fotografías buenas y un video. Por lo pronto los dejo con esta medio chafilla.



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sábado, 26 de junio de 2010

Diario de mi colmoyote y yo IV: El regreso de Dermatobia hominis

Quería hacer de esta entrada algo épico y lleno de detalle. Pero ando en la prisa total y si lo sigo posponiendo perderá el encanto.

La gran noticia es que Paquito vive aún y está más sano y grande que nunca. El pasado 6 de junio publiqué que, tras un poco de dolor y de notar que la herida supuraba más de lo normal, el cadáver de mi colmoyote había salido de mi cuerpo. Todos nos pusimos tristes.

En los días siguientes, ya resignada, estuve exprimiendo un poco la herida diariamente y tratando de desinfectarla, pues comenzaba a dolerme mucho más que cuando estaba el bicho y a seguir supurando. Para el día 13 de junio, cuando me encontraba de nuevo en el lugar de orígen de las larvas, tenía un poco hinchado el brazo y me dolía un nervio, ganglio o qué se yo (nótese mi falta de conocimiento anatómico) arriba del codo, a como 15 cm de la herida. La herida, sin ser nada del otro mundo o parecer gangrena, estaba bastante roja y en un área de unos 3 cm a la redonda del piquete. La teoría hasta ese momento era que no todo el cadáver de Paquito había salido, y que al morir éste y dejar de limpiar, la herida se había llenado de huéspedes bacterianos no bienvenidos. El dolor extraño se lo atribuí a la propia infección. No se alarmen, de verdad todo lo que describo lo hago para narrar el detalle, no se imaginen un brazo hinchado y una herida gangrenosa porque no fue así.

Estaba decidida a hacer una curación mayor y dejarme de juegos, pero antes tuve a bien preguntarle a una mujer sabia de la selva, de esas que pasaron su infancia bajo su techo verde, su opinión. Su respuesta fue clara y definitiva después de ver la herida y escuchar mi historia. “Lo qué sacó fue la cascarita, el bicho sigue ahí”.

No me queda claro si efectivamente Dermatobia hominis presenta mudas en el estado larvario, pues un amigo me hizo el atinado comentario de que los díperos normalmente no se andan con esos métodos. He querido desde entonces darme una clavada en la biología del organismo, pero no he tenido tiempo, así que dejémoslo en asunto por resolver. La otra posibilidad es que muy pegados, o incluso en el mismo sitio, dos colmoyotes se hubieran instalado. De modo que en vez de tres haya tenido cuatro sin darme cuenta. Entonces, después de un tiempo la competencia terminó con uno de los dos Paquitos.

Así pues, y sea cual sea la razón detrás del regreso de mi colmoyote y la posibilidad de continuar con esta observación, renombremos a mi inquilino como Paquito'.

Sigamos con la historia. Dado que la infección comenzaba a ser... infección, lo primero que pensé fue en ahora sí extirparlo ya que no había condiciones para continuar así. Sin embargo me llamó la atención que la infección y las molestias comenzaron sólo cuando yo estuve tocándolo e intentándolo exprimir diariamente. Decidí concederle un día de gracia pero sin tocarlo más.

Funcionó. Al día siguiente el dolor había disminuído y según yo también la inflamación, aunque aún continuaba la molestia cerca del codo y la herida estuvo supurando mucho, sangre incluída. Un día más y mis sospechas eran ciertas, de verdad la infección estaba curándose. Cuatro días después la inflamación del brazo había desaparecido por completo, la roncha había disminuido su coloración roja y tamaño, el dolor cerca del codo era perceptible sólo si me presionaba fuerte y la herida supuraba cada vez con menos sangre.

Hoy mi colmoyote tiene un mes y tres días. La inflamación de la herida es local y tamaño piquete de mosco. El orificio por el que respira mide poco menos de un milímetro. La coloración es ligeramente rojiza en un área de un círculo de 1.5 cm de díámetro. Me duele sólo dos o tres veces al día por no más de un minuto. Lo presiono MUY poco para terminar de limpiar el líquido cuando supura y éste siempre es blanco o transparente, sin sangre. No hay comezón, pero si llego a rascarme entonces aparece.

En resumen: el experimento continua. Hemos aprendido que son bichos higiénicos y que les gusta pasar desapercibidos, entre menos se meta uno con la herida menor es el daño y la posibilidad de infección. En cambio si uno lo está intentando exprimir y el bicho sigue vivo, se libra una pequeña batalla y el cuerpo comienza a quejarse de verdad.

Veamos como siguen las cosas, ahorita de verdad no tengo ninguna molestia, la mayor parte del tiempo ni me acuerdo que lo tengo. Si comienza a infectarse de nuevo o mi cuerpo a reaccionar entonces cambiarán las cosas. Por lo pronto que siga creciendo.

Lamento no tener fotos, mi cámara se descompuso, pero pronto les conseguiré, lo prometo.

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domingo, 6 de junio de 2010

Diario de mi colmoyote y yo III: la hipótesis

Después de consultarlo con los miembros más destacados de la academia y de reflexionar sobre mi comportamiento de los últimos días todo quedó claro. Cometí dos típicos errores que toda mujer sabe debe evitar, sólo que no creí que aplicaran estos dípteros parásitos:

* Separé a Paquito de sus compañeros de camada: sus cuates, sus bros (Mastropiero et al. en preparación. Isolation of companions "bros" causes death in colmoyotes). El clásico deja de ver a tus amigos y quédate con migo ¿en qué estaba pensando?

* Traté bien a Paquito, me preocupé por su salud, hablé de lo nuestro como una relación y hasta lo publiqué en internet. Seguro hay manuales que dicen que no hay que hacer eso.


En fin Paquito, se qué es tarde ya para pedir perdón, se que es tarde ya y lo siento, termina nuestro experimentoooooooo.

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Diario de mi colmoyote y yo: ¡¡¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOO!!!!! ¡¡¡¡¡Paquito!!!

No entiendo qué pasó, estoy muy triste. Paquito murió. Me picó un poco, me asomé a verlo y noté que estaba secretando más de lo normal, presioné un poco para limpiar el líquido y ví salir su joven cabecita espinosa. Muerto..... ahhhh noooooo, íbamos tan bien.

Hoy fui a andar en bici y me eché harto bloqueador ¿habrá sido eso? Se me hace ridículo, pero quién sabe... En fin, y justo el día que me animo a escribir de él aquí. Ahhh qué triste. Además mi cámara no sirve y la de la compu no tiene macro.

Mal día. Chaz, bueno ya habrá otro.



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Dario de mi colmoyote y yo. I: Primeras dos semanas.

Hugo, Paco y Luis eran tres larvas de colmoyote que tuvieron a bien entrar en mi brazo, cerca del hombro. Digo eran porque a Hugo y a Luis ya los extirpé, a Paco decidí conservarlo un rato. Me encantaría ver todo su desarrollo y al final contar con una linda pupa o mejor aún una mosca, pero no sé si a mi cuerpo le parezca. El trato es que si se porta bien, no hay inflamación de ganglios, infección o dolores exagerados, pues se queda. Ya veremos cuanto aguanto, no hay promesas.

Perdón, me adelanté. Colmoyote es el nombre común en el sureste de México, y me parece que también en Guatemala y otros países de Centroamérica, con el que se conoce a Dermatobia hominis, una mosca que como parte de su ciclo de vida parasita humanos y otros mamíferos. Al fenómeno se le conoce como miasis cutánea.

La mosca es grande, como de 12-15 mm por lo que uno podría darse fácilmente cuenta de que tal bichote se está posando sobre la piel y la ahuyentaría de inmediato. Pero la mami mosca no pone los huevos directamente sobre la piel del hospedero, sino que primero captura y le hace una especie de llave a otro díptero. Una vez que lo tiene inmovilizado le coloca en el abdomen una cierta cantidad de huevos. La escena es espectacular y algo obscena, en algún documental de la BBC recuerdo haberla visto. El individuo asaltado sigue, algo traumatizado imagino, con su vida cotidiana. Tarde o temprano se posa sobre algún mamífero. Los huevos de la mosca detectan el calor y la humedad corporal de su futuro hospedero y eclosionan. El díptero invadido queda liberado de su carga y las pequeñas larvas comienzan a arrastrarse hasta entrar por algún folículo piloso a la piel.

Les presento esta excelente foto de una larva que Wikimedia Commons tiene para nosotros:




Lo que sigue después es una etapa de crecimiento en la que la larva engorda dentro de nosotros. Permanece en un sólo punto causando una pequeña inflamación (es decir no anda haciendo túneles por ahí). La primera semana parece un híbrido entre piquete de mosco y granito, pero es, inconfundiblemente un colmoyote:

a) Tiene un pequeño orificio por donde el bicho respira. Se le puede hacer una costra, pero se vuelve a abrir siempre.
b) Se siente cuando el bicho da sus mordiditas, no es una comezón continua, sino repentinas pequeñas punzadas que se sienten desde dentro. No es muy doloroso, sólo muy particular.
c) Si uno trata de exprimirlo, cual granito, primero sale un poco de líquido transparente por el mencionado orificio, después algo de secreción amarillenta y entonces se siente duro y duele.

Si cumple con esas características: felicidades tiene usted un colmoyote. Si los identifica rápidamente es un chiste removerlos. En mi experiencia esto de las mordiditas se siente más los primeros días, cuando la larva es aún de uno o dos milímetros de largo e, imagino yo, se está acomodando. Este es el punto ideal para extirparla.

Hay muchos métodos para quitársela. A una amiga una vez le recetaron algo oral que le dan a las vacas. Hay quienes se echan una gota de insecticida. Francamente a mi me da terror echarme veneno así. Otros de plano se lo exprimen en una escena sangrienta y dolorosa. Si se fijan en la fotografía anterior, notarán que el individuo tiene unas protuberancias negras en la cabeza, se trata de ganchos con los que se sujeta al tejido. Exprimirlo es romper tejido y romper bicho, por lo que se hace una herida más fea que puede infectarse.

No hay necesidad. El bicho es un animal, respira oxígeno como nosotros. En esta etapa, y por experiencia propia (me que quitado 5 con este método), lo más fácil es ponerse un parche de cinta plateada para sellar tuberías y dejarlo unas cuántas horas. Tiene que ser grande para garantizar que el alien no pueda respirar, justo así:



El menor tiempo que me he dejado la cinta (BIEN PEGADA) han sido 4 horas, el más, una noche. La larva comienza a asfixiarse e intenta salir, incluso algunas veces lo logra y se queda pegada a pocos milímetros del orificio. En caso de que no logre salir o que siga medio viva, ya se queda con la cabeza en la dirección correcta, de modo que los ganchos no se atoran con el tejido. Ahora sí uno puede sacarla mucho más fácilmente. Recomiendo tener unas pinzas de depilación a la mano para sujetarla y extraerla, sobretodo si no salió por completo, pues se daña menos que exprimiendo cual grano. Dependiendo de cuántos días lleve habrá más o menos secreciones purulentas, pero nada asombroso. Al terminar de extraerlo no hay que ensancharse con exprimir hasta la última gota, el cuerpo puede con ello y es mejor dejárselo que aumentar la herida. Unas gotitas de mertiolate o agua oxigenada y en un par de días casi ni se notará.

Si han pasado más semanas, creo que también se pueden extraer con este método. Personalmente no he tenido ocasión. Otros prefieren de plano hacer una incisión con bisturí (o navaja...) y extraerlo.

Aviso importante. Esto es parte del anecdotario. No soy médico ni mucho menos y no me hago responsable por cualquier incidente o complicación si intentan el método que acabo de mencionar ni cualquier otra cosa relacionada con este blog. Listo, había que decirlo, ahora sí que “por si las moscas”.

Total. Calculo que Hugo, Paco y Luis llegaron a mi hombro al rededor del 23 de mayo, que anduve por la selva sin mi camisa de manga larga propia de todo atuendo de biólogo. Ya había tenido colmoyotes antes, pero siempre en lugares incómodos, por lo que los había extraído de inmediato. Esta vez decidí dejarme uno un poco más de tiempo por puro morbo de bióloga chismosa. Pero uno. Así que, con el método referido, el 30 de mayo asfixié a Hugo y a Luis. Agradezco mucho a Pablo, por cierto, por la ayudada en el momento decisivo, ya que no tenía mis pinzas a la mano y uno de ellos estaba un poco más metido. La escena estuvo divertida.

En fin, aquí está la foto que tomé hoy. Como verán, una semana después ya prácticamente no hay rastros de Hugo y Luis. Fuera de una ligera resequedad en la piel que fue eliminada con crema humectante, ninguna molestia.



En cuanto al dolor, la verdad es que Paco es un parásito amable. Por ahí de las 7:30 am suele moverse y siento pequeñas punzadas, pero es un dolor menor que el de un piquete de mosco. A veces da un poco de comezón, sobretodo si me pongo crema o me rozo con la mochila, pero es fácil resistir rascarse. Es importante no hacerlo, porque eso sí, si lo llego a hacer o lo empiezo a medio exprimir se vuelve más activo. Como quién dice por lo pronto estamos en una santa tregua y la mayor parte del tiempo ni siquiera lo noto. Ya veremos como pinta con el paso del tiempo.

En la próxima entrada les platico como vamos y les cuento más detalles de su ciclo de vida.

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Toda la historia del colmoyote:

Diario de mi colmoyote y yo I
Diario de mi colmoyote y yo II
Diario de mi colmoyote y yo III
Diario de mi colmoyote y yo IV
Diario de mi colmoyote y yo V
Diario de mi colmoyote y yo VI
Diario de mi colmoyote y yo VII
Diario de mi colmoyote y yo VIII
Diario de mi colmoyote y yo IX
Diario de mi colmoyote y yo X
Diario de mi colmoyote y yo XI
Diario de mi colmoyote y yo XII

sábado, 29 de mayo de 2010

La cacería de la flor que abre de noche

El biólogo es un ser diverso en sí, tan especializado o tan generalista como los insectos. Unas trabajan de bata blanca metidas cinco días y quinientas noches a la semana en un laboratorio, o todas las madrugadas húmedas de la selva cubiertas de comoyotes, garrapatas o sus diminutos parientes los pinolillos. Hay quienes se meten al bosque con equipo similar al de un cazafantasmas a grabar los cantos de los pájaros. Innumerables quienes navegan pacientes por asambleas en pueblos gestionando la conservación de una hectárea, quiénes se enfrascan en la más sencilla explicación de centros de diversificación vuelta una discusión económica contra las transnacionales. Están las que conocen los secretos de los mares a fuerza de dejar de entender a quienes andan por tierra, los que empiezan a comprender el presente a fuerza de pensar en millones de años, las que al ver una pirámide piensan en las algas microscópicas que carcomen sus paredes. Las que estudiando los organelos celulares proponen la endosimbiosis, los que discuten si la selección natural según Darwin opera distinto que la de Wallace, los que responden las causas últimas, los que se preguntan las causas próximas. No se podría avanzar sin quienes se sientan frente a la pantalla blanca a cubrirla de proyectos, reportes y artículos.

Al final todas, todos, nos sorprendemos con la misma felicidad al ver abrir la flor de la Pachira aquatica. La cacería para no perder el instante preciso es sólo parte del gusto. Para eso trabajamos, para asombrarnos del mundo natural con esa sensibilidad especial que nos tocó por algún azar. Recuerdo la primera vez que la ví, les dejo el video (risas). A la fecha me es imposible contener los gritos de emoción.

sábado, 27 de marzo de 2010

Todo lo que no sé

Hace unas semanas andaba escuchando música en el coche con un amigo guitarrista. Los que me conocen sabrán que, aunque la música cala en lo más profundo de mis entrañas, el ritmo, el oído y en general todo lo que tenga que ver con su producción e entendimiento namás no se me da. Denme un pincel y crearé el mundo, pero con un instrumento nada. Total que mi “escuchar música” era un rudimentario oír los sonidos, mientras que mi cuate en verdad navegaba por cada nota y entendía lo que estaba pasando. Apiadado de mi mediocridad comenzó a indicarme cómo escuchar, qué momento sentir, cómo darle el golpe a un rock profundo y oscuro como las almas que lo son a fuerza de desventuras. Su entusiasmo me recordó el mío propio cuando voy a caminar por un bosque y no puedo evitar contarle a mis (inocentes no-biólogos) acompañantes sobre las glaciaciones del Pleistoceno, la maravilla de la evolución y la complejidad de la biodiversidad. Son otros mis ojos y por eso, como bien por cierto me dijo otro músico al que torturaba yo mientras subíamos La Malinche, un mismo paisaje me genera sensaciones más complejas que a otros.

Días después durante un seminario del laboratorio sobre si GST y sus similares pueden medir la diferenciación genética o no, me acordé de ese sentimiento al escuchar la intervención de mi asesor. Fue un comentario breve y puntual sobre algo que los demás no habíamos notado y que me hizo reinterpretar mis conclusiones. Ahí de nuevo estaba una misma lectura cuyo significado fuera de las líneas es claro para quién tiene ojos para verlo. No pretendo entrar en un ensayo filosófico a este respecto, es un lugar común que muchos habrán hecho mejor que yo, con creces. Es solo la repentina necesidad de hacerlo evidente, de decir que estoy consciente y que, ante todo, lo disfruto y agradezco.

Ayer durante una sesión de discusión de uno de los capítulos del Capital Natural de México, Evolución de enfoques y tendencias en torno a la conservación y el uso de la biodiversidad, no pude sino volver a comprobar cuan distinto es el análisis bajo la mirada de cada quién. Me di cuenta, una vez más, de todo lo que no sé, de cuánta historia y contexto me perdí por no haber nacido y de todo lo que no entenderé en carne propia sino que aprehenderé (sí, con h) de las palabras de alguien más. Cómo hacerlo es la verdadera tarea, no me basta con leer la información escrita, el verdadero entendimiento es la discusión. Todo lo que sabemos está en la capacidad de asimilar las percepciones de los otros. Me gusta que me pasen discos que deberé oír cinco veces para disfrutar y discutir artículos cuyas consecuencias creo visualizar, pero preferiré siempre si además alguien me muestra su mirada, me cuenta sobre el ecosistema que recorro atónita y me enseña lo que no está escrito pero puede leerse. No es necesitar al experto para que nos lleve de la mano, no es ser incapaz de formular un camino independiente. Es tomar prestados sus ojos y sus oídos para leer la realidad y sumar su entendimiento al propio. Es ser todos los hombres desde nuestra pequeña y solitaria humanidad.

Todo lo que no sé no lo sabré. Pero ahí están quienes engrandecen mi vida (al final sí nos llegó la cursilería, chale) mostrándomelo. Felices seminarios, sesiones de discusión, momentos de compartir música, películas o literatura y largas y tendidas conversaciones para todos.