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sábado, 22 de septiembre de 2012

Mascota de escritorio II: la historia con lag

Tarde, voy tarde, mas que tarde con lag. Consecuencia de esa maldita y descortés manía de la realidad de seguir su curso y avanzar aunque yo no haya terminado de hacer un quinto de las cosas que planeo. Diéresis, la larva de Orgyia antiqua que observo desarrollarse, tuvo a bien seguir el patrón: ya está construyendo su capullo a pesar de que no he logrado sentarme a escribir al respecto. Por eso no les voy a platicar de la pupa. Esta historia tiene lag. Justo dos días antes de encontrar los primeros indicios del capullo yo ya tenia en la mente la segundo entrada de este blog, es decir esta que escribo ahora que he terminado de quejarme.

En la mañana del lunes 17 de septiembre tomé el refractario donde vive Diéresis y salí del edificio. Tiré los restos de las hojas viejas y puse unas cuentas frescas. También deseché el papel absorbente, ese azul que se ve en las fotos. Decidí aprovechar el viaje de regreso a mi cubículo para pasar por el laboratorio y tomar un poco del papel absorbente. Y entonces encontré a mi amigo D muy enfrascado en una epica labor: identificar mosquitos. Es parte de un proyecto en el que trabaja, estudian la malaria en aves de las Islas Canarias desde el punto de vista de la variación genética de los genes relacionados con el sistema inmune. Una chulada de proyecto que ademas de genética de poblaciones y principios de selección natural incluye análisis espaciales e interacciones con condiciones ambientales y otros patógenos. Su proyecto es muy interesante, pero ahorita lo que nos atañe es decir que mi amigo D estaba identificando mosquitos (o está, saber si ya terminó, lleva toda la semana metido en eso) armado con dos poderosas herramientas.

La primera es una clave interactiva para identificar mosquitos. Si usted ha enfrentado alguna vez una clave dicotómica sabrá que son muy útiles, pero muy tormentosas, en especial si no se esta completamente familiarizado con la nomenclatura de la anatomía del bicho en cuestión. Tener fresco en la memoria todo el vocabulario es un arte de nicho. Por eso seguir las claves puede ser lentísimo; hay que estar seguros de entender el significado de cada parte y además de poderla identificar en la muestra, muchas veces sin dibujos que den una idea de qué se trata. La clave que mi amigo utilizaba en cambio involucra fotos y menus desplegables dónde una puede ir seleccionando los caracteres de su bicho y el programa va descartando opciones. En fin, si usted amiga o amigo biólogo ha pasado largas horas lidiando con claves de identificación, encontrará que la clave interactiva de la que hablo es digna de profundas envidias.

La segunda es un microscopio estereoscópico. Este tipo de microscopios funcionan como una lupa en el sentido de que la muestra se ve en 3D y que, a diferencia de en los microscopios compuestos, la luz no la tiene que atravesar. Los micros esteroescópicos sirven para ver en detalle muestras grandes, como insectos y musgos, mientras que los compuestos se ocupan para ver células y tejidos.

Total que cuando entré al labo con mi cajita vi una escena parecida a esta foto, mi amigo D trabajando en el microscopio estereoscópico:


Por lo general no ocupamos micros en este laboratorio, por eso se me iluminó el ánimo de la oportunidad. No tuve mas que enseñarle a D la larva y tras  un intercambio de sonrisas Diéresis ya estaba bajo el ocular. En otras palabras así se ve una larva de Orgyia antiqua:







Linda chingonería ¿verdad?

Lo que sí es que las fotos en sí no son una maravilla y muestran algo evidente: las tomé apuntando mi celular directo sobre el ocular. La forma correcta de hacerlo hubiera sido ir al otro laboratorio donde tienen un microscopio conectado directamente a una cámara. Tenía intensión de hacerlo en un par de días, aún lo haré, pero como les comentaba al principio Diéresis estará en otro estadío de su metamorfosis.


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Todos los capítulos de la historia:
Mascota de escritorio I: les presento a Diéresis. 
Mascota de escritorio II: la historia con lag
Mascota de escritorio III: El domingo pasado

domingo, 16 de septiembre de 2012

Mascota de escritorio I: les presento a Diéresis.

Hace poco más de una semana, cuando todavía no empezaban estos cielos nublados y vientos fríos, estaba comiendo afuera, en las bancas frente al edificio de mi facultad. Creo era 6 de septiembre. Mis amigos y yo estábamos a la mitad de una conversación que ya olvidé cuando alguien descubrió un azotador. El bicho caminaba por la mesa con esa coordinación de patas y espuripedios con que las orugas tienen a bien andar.

El ejemplar medía poco más de un centímetro y nos tenía a todos fascinados con su atuendo punketo: pelos negros y rojos con una línea densa de pelos amarillos agrupados en lo que parece un cepillo de dientes. Una tira de pelos en algo que se ve como una cola y dos tiras más a mandera de antenas. De verdad un espectáculo. Miren las fotos abajo.

Por más de diez minutos el caminante de la mesa fue nuestro centro de atención, pero aunque algunos ya habían visto algo así, nadie sabía con certeza de qué se trataba. Las orugas son larvas de lepidópteros, pero esta en particular debía de ser de una palomilla y no de una mariposa diurna. Hasta ahí llegó mi triste conocimiento, así que fui al laboratorio a enseñársela a J, un compañero con una entomología digna de respeto. Un segundo después de ver al ejemplar, J me dijo que se trataba de la especie Orgyia antiqua, una palomilla nativa de Europa y sin duda una de las orugas más vistosas de Inglaterra.

Luego vino la frase que desencadenó esta entrada de blog: you should keep it as a desk-pet. Quedármela como mascota de escritorio. Verla crecer, formar un capullo, emerger como una palomilla adulta y dejarla ir. Fue cuestión de poner un poco de hojas frescas de los arbustos de los que se alimentan, esos que crecen frente a la puerta de abajo (porque tenemos una puerta arriba que da a un corredor elevado, para que no me ponga nostálgica de los segundos pisos de periférico) en un recipiente de plástico (con agujeros, claro) y un poco de papel absorbente ligerísimamente húmedo. Cambiar las hojas cada dos días... Listo, un ejemplar de larva de Orgyia antiqua perfectamente establecida. Nótense las pequeñas excretas, señal de que ha comido bien:



La foto, tomada con mi celular, es pésima. Prometo hacer uso del microscopio pronto y subir algo decente. Por lo pronto, por si quedaban dudas de que se trata de una mascota-de-escritorio, así es como se ve en el espacio que le asigné junto a mi monitor:




Ya les iré narrando cómo va su desarrollo. No habrá emociones tan fuertes como con Paquito, la larva de Dermatobia hominis con la que tanto nos divertimos en este blog, pero prometo que será interesante. Les adelanto que el estado adulto presenta un dimorfismo sexual bastante curioso.

Ah sí, el porqué del título de esta entrada. He decidido nombrar a este indivuduo Diéresis. Tengo dos razones que me parecen más que contundentes. Primera, la palabra diéresis me gusta mucho, pero su técnico significado no da mucha ocasión de usarla más allá de la frase “con diéresis en la u”, que sobra decir es un aburrimiento total. Segunda, de cierta manera, la forma en la que crecen sus parches de pelos amarillos hacen que la larva de Orgyia antiqua parezca una oruga con un par de diéresis a cuestas. Je, je.  


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Todos los capítulos de la historia:
Mascota de escritorio I: les presento a Diéresis. 
Mascota de escritorio II: la historia con lag
Mascota de escritorio III: El domingo pasado