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miércoles, 24 de junio de 2015

El primer y último artículo que (no) escribí con Godfrey Hewitt

Hace unos días  salió publicada en la revista Journal of Biogeography una revisión (1)  que escribimos sobre la historia climática, geológica y filogeográfica de las montañas mexicanas. El énfasis es en la Faja Volcánica Transmexicana, ese cinturón de volcanes que atraviesa México de Guadalajara a Perote y que muchos tenemos el placer de llamar casa.



Empecé a escribir ese artículo en el 2011. Cuando mi casa estaba en Inglaterra pero yo me dedicaba a leer sobre el reciente (menos de un millón de años) origen del Popocatepetl y el efecto de las glaciaciones del Pleistoceno en México. El texto comenzó como la introducción de mi reporte anual de tesis. Se volvió la revisión que es ahora porque, creo yo, ya hacía falta una síntesis del trabajo que geólogos, paleoclimatólogos y filogeógrafos hemos hecho en las montañas de México. No sé si logramos tal cometido, ya dirá la gente si le resultó útil.

El punto de esta entrada es decir que empecé a escribir en el 2011. Luego abandoné el texto como tiendo a abandonar muchos más cuentos de los que termino. Mi escusa es que tuve que irme a Suiza a clavarme en el trabajo de laboratorio de mi proyecto. Fruto de ese trabajo de laboratorio publiqué dos artículos antes de siquiera volver a abrir el documento de texto de la revisión. La retomé a mediados del 2014, ya para integrarla a mi tesis y ahora sí publicarla.

Popocatepetl e Iztaccihuatl vistos desde la cima de La Malinche

Pero una no puede escribir una revisión en el 2011 y esperar poder publicarla en el 2014 sólo arreglándole el inglés. Primero porque se publicaron muchos artículos relevantes al tema del 2011 al 2014. Segundo porque una aprende cosas nuevas y decide darle una estructura diferente a la mentada síntesis. Total que el texto cambió tanto que es difícil encontrar tres líneas idénticas si comparamos los dos manuscritos.

Por eso el editor de Journal of Biogeography tenía razón al decir que Godfrey Hewitt no podría ser uno de los autores y nos pidió lo pusiéramos en los agradecimientos. Tiene razón, Godfrey murió en el 2013, nunca leyó la versión final del texto que el 2011 me ayudó a comenzar. Pero sí vio las figuras. Las tres primeras en su versión actual, las últimas a manera de dibujos apresurados en mi libreta de notas. Sí supo de las montañas de México. Sí pronunció Iztaccihuatl desde su inglés profundo. Sí encontró interesantísima a la Faja Volcánica Transmexicana. Sí se emocionó con las posibilidades de tenerla como sistema estudio. Sí creyó que estas montañas son uno de los tesoros del planeta.


Pastizal alpino de La Malinche

Ojalá le pase lo mismo a quién lea nuestro artículo. Ojalá cumpla ese objetivo último un texto académico sobre los volcanes de mi tierra.

domingo, 14 de junio de 2015

La PerturbardoramenteSexy satisfacción de perseguir a Tim Hunt

Tim Hunt es un fisiólogo que ganó el premio Nobel en 2001 por su trabajo en división celular. Hasta hace poco trabajaba para la University College London en Inglaterra. Renunció a su puesto hace unos días gracias a la presión social que recibió tras hacer muy desatinados comentarios en la reunión Women in Science (Mujeres en la Ciencia) dentro de la conferencia mundial de perdiodismo científico que se llevó a cabo en Corea.

En resumen dijo que tener mujeres en el laboratorio es difícil porque te enamoras de ellas, se enamoran de tí y cuando las criticas: lloran. No es poca cosa si lo vemos desde lo ridículamente difícil que ha sido que las mujeres podamos ya no digamos dedicarnos a la ciencia o a lo que se nos pegue la gana, sino asistir a la escuela a aprender en qué va el mundo más allá del cómo ser mamás.

No exagero, ha tomado siglos. Y el que la sensualidad de las mujeres romperá el ambiente de trabajo con funestas consecuencias ha sido uno de los argumentos favoritos. Se me ocurre que tiene algo en común con la homofobia. Asumamos que la gente será incapaz de controlar sus impulsos sexuales ni de manejar con madurez sus relaciones interpersonales y mejor asegurémonos de que no puedan gustarse. Y lo de llorar... bueno, otro argumento histórico: que las mujeres somos entes emocionales incapaces de controlar nuestras hormonas. Como si los hombres fueran invictos campeones contra la testosterona. 

El punto, es que podemos enmarcar las palabras de Tim Hunt en ese arraigado sexismo en el que las científicas crecemos y logramos, o no, desarrollarnos. Yo me enteré por esta nota en la BBC,  que mi muy querido asesor Brent Emerson me envió en medio de bromas sobre lo comprendido que se sentía. Él es la clase de persona por la que nunca me he sentido discriminada y con quién es un privilegio colaborar. Yo respondí con bromas similares confesando que mi verdadero objetivo al hacer un doctorado en Inglaterra era conquistar a un futuro premio Nobel para ser la mujer detrás del gran hombre.

Mitras tanto el mundo también reaccionó. Y mucho. Medios como la BBC. Twitter estalló con el hastag #DistractinglySexy. Este video se volvió viral:


Y Tim Hunt renunció a la University College London.

Vivo en un país donde los servidores públicos, las celebridades y hasta los propios partidos políticos violan la ley abiertamente o hacen comentarios terribles sin que ocurran mayores consecuencias. Por eso aplaudí y puse como ejemplo el que un Mister Premio Nobel haya renunciado a su institución tras hacer comentarios así. Pero luego leí más sobre cómo fue el proceso para que renunciara, y entonces decidí escribir esto.

Lo que voy a decir a continuación no es para defender a Tim Hunt. Cometió un error y, en mi opinión, su disculpa (ver también esto) fue por haber "ofendido", no por considerar que sus comentarios vienen de una visión sexista que nos daña a todas, y todos. Pero pedirle a un investigador que renuncie debe pasar por un proceso donde se le permita explicarse. La decisión se tiene que analizar y, sobretodo, el qué se hará después más allá de que la universidad se lave las manos del malo-malo-macho que hizo tales comentarios.

La idea de exponer a Tim Hunt resulta perturbadoramente sexy, la noticia ha sonado muchísimo y no niego que brinda cierta satisfacción unirse a la campaña de #DistractinglySexy. Pero tengamos cuidado de creer que cazar chivos expiatorios va a solucionar el profundo arraigo del machismo y los estereotipos en contra de las mujeres en la ciencia. Creo también toca demandar de nuestras instituciones (y sociedad) erradicar el sexismo de raíz en vez de sólo enseñarlas a someterse a la furia de Twitter.