El Pleistoceno. Sus períodos glaciales que me parecían tan remotos. Sus mamuts extintos. Su Inglaterra cubierta de hielo. Sus volcanes del centro de México con nieves perpetuas mil metros más abajo de lo que están hoy. Su último máximo glacial hace más o menos veintiún mil años. Su fin hace diez mil.
No es tan lejano, ni en el tiempo, ni en cómo es parte de nuestro presente.
Lo siguiente que iba a pasar en esta entrada es que iba a describir porqué el Pleistoceno, o más bien su fin, a la fecha marca nuestra dieta. Pero se quedará pendiente para cuando esté más despierta. Por lo pronto mañana seguiré en un curso sobre vulnerabilidad agrícola ante el cambio climático, lo cual, como tanto de lo que hago, de nuevo me hace voltear la atención al Pleistoceno y a cómo la biodiversidad evoluciona y cambia su distribución en el espacio y el tiempo.
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