Tarde, voy tarde, mas que tarde con lag. Consecuencia de esa maldita y
descortés manía de la realidad de seguir su curso y avanzar aunque yo
no haya terminado de hacer un quinto de las cosas que planeo. Diéresis, la larva de Orgyia antiqua que observo desarrollarse,
tuvo a bien seguir el patrón: ya está construyendo su capullo a pesar
de que no he logrado sentarme a escribir al respecto. Por eso no les voy
a platicar de la pupa. Esta historia tiene lag. Justo dos días antes de
encontrar los primeros indicios del capullo yo ya tenia en la mente la
segundo entrada de este blog, es decir esta que escribo ahora que he
terminado de quejarme.
En la mañana del lunes 17 de
septiembre tomé el refractario donde vive Diéresis y salí del edificio.
Tiré los restos de las hojas viejas y puse unas cuentas frescas.
También deseché el papel absorbente, ese azul que se ve en las fotos.
Decidí aprovechar el viaje de regreso a mi cubículo para pasar por el
laboratorio y tomar un poco del papel absorbente. Y entonces encontré a
mi amigo D muy enfrascado en una epica labor: identificar mosquitos. Es
parte de un proyecto en el que trabaja, estudian la malaria en aves de
las Islas Canarias desde el punto de vista de la variación genética de
los genes relacionados con el sistema inmune. Una chulada de proyecto
que ademas de genética de poblaciones y principios de selección natural
incluye análisis espaciales e interacciones con condiciones ambientales y
otros patógenos. Su proyecto es muy interesante, pero
ahorita lo que nos atañe es decir que mi amigo D estaba identificando
mosquitos (o está, saber si ya terminó, lleva toda la semana metido en
eso) armado con dos poderosas herramientas.
La primera es una clave interactiva para identificar mosquitos. Si usted ha enfrentado alguna
vez una clave dicotómica sabrá que son muy útiles, pero muy tormentosas,
en especial si no se esta completamente familiarizado con la
nomenclatura de la anatomía del bicho en cuestión. Tener fresco en la
memoria todo el vocabulario es un arte de nicho. Por eso seguir las
claves puede ser lentísimo; hay que estar seguros de entender el
significado de cada parte y además de poderla identificar en la muestra, muchas veces sin dibujos que den una idea de qué se trata. La clave que mi amigo utilizaba en cambio involucra fotos y
menus desplegables dónde una puede ir seleccionando los caracteres de
su bicho y el programa va descartando opciones. En fin, si usted amiga o amigo biólogo ha pasado largas horas lidiando con claves de identificación, encontrará que la clave interactiva de la que hablo es digna de profundas envidias.
La segunda es un microscopio estereoscópico.
Este tipo de microscopios funcionan como una lupa en el sentido de que
la muestra se ve en 3D y que, a diferencia de en
los microscopios compuestos, la luz no la tiene que atravesar. Los micros esteroescópicos sirven para ver en detalle muestras grandes, como insectos y musgos, mientras que los compuestos se ocupan para ver células y tejidos.
Total
que cuando entré al labo con mi cajita vi una escena parecida a esta foto, mi amigo D trabajando en el microscopio estereoscópico:
Por lo general no ocupamos micros en este laboratorio, por eso se me iluminó el ánimo de la oportunidad. No tuve mas que enseñarle a D la larva y tras un intercambio de sonrisas Diéresis ya estaba bajo el ocular. En otras palabras así se ve una larva de Orgyia antiqua:
Linda chingonería ¿verdad?
Lo que sí es que las fotos en sí no son una maravilla y muestran algo evidente: las tomé apuntando mi celular directo sobre el ocular. La forma correcta de hacerlo hubiera sido ir al otro laboratorio donde tienen un microscopio conectado directamente a una cámara. Tenía intensión de hacerlo en un par de días, aún lo haré, pero como les comentaba al principio Diéresis estará en otro estadío de su metamorfosis.
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Todos los capítulos de la historia:
Mascota de escritorio I: les presento a Diéresis.
Mascota de escritorio II: la historia con lag
Mascota de escritorio III: El domingo pasado
sábado, 22 de septiembre de 2012
domingo, 16 de septiembre de 2012
Mascota de escritorio I: les presento a Diéresis.
Hace poco más de
una semana, cuando todavía no empezaban estos cielos nublados y
vientos fríos, estaba comiendo afuera, en las bancas frente al
edificio de mi facultad. Creo era 6 de septiembre. Mis amigos y yo
estábamos a la mitad de una conversación que ya olvidé cuando
alguien descubrió un azotador. El bicho caminaba por la mesa con esa
coordinación de patas y espuripedios con que las orugas tienen a bien andar.
El ejemplar medía poco
más de un centímetro y nos tenía a todos fascinados con su atuendo
punketo: pelos negros y rojos con una línea densa de pelos amarillos
agrupados en lo que parece un cepillo de dientes. Una tira de pelos
en algo que se ve como una cola y dos tiras más a mandera de
antenas. De verdad un espectáculo. Miren las fotos abajo.
Por más de diez minutos
el caminante de la mesa fue nuestro centro de atención, pero aunque
algunos ya habían visto algo así, nadie sabía con certeza de qué
se trataba. Las orugas son larvas de lepidópteros, pero esta en
particular debía de ser de una palomilla y no de una
mariposa diurna. Hasta ahí llegó mi triste conocimiento, así que
fui al laboratorio a enseñársela a J, un compañero con una
entomología digna de respeto. Un segundo después de ver al ejemplar,
J me dijo que se trataba de la especie Orgyia antiqua, una
palomilla nativa de Europa y sin duda una de las orugas más vistosas
de Inglaterra.
Luego vino la frase que
desencadenó esta entrada de blog: you should keep it as a
desk-pet. Quedármela como mascota de escritorio. Verla crecer,
formar un capullo, emerger como una palomilla adulta y dejarla ir. Fue cuestión
de poner un poco de hojas frescas de los arbustos de los que se
alimentan, esos que crecen frente a la puerta de abajo (porque
tenemos una puerta arriba que da a un corredor elevado, para que no
me ponga nostálgica de los segundos pisos de periférico) en un
recipiente de plástico (con agujeros, claro) y un poco de
papel absorbente ligerísimamente húmedo. Cambiar las hojas cada dos
días... Listo, un ejemplar de larva de
Orgyia antiqua perfectamente
establecida. Nótense las pequeñas excretas, señal de que ha comido
bien:
La
foto, tomada con mi celular, es pésima. Prometo hacer uso del
microscopio pronto y subir algo decente. Por lo pronto, por si
quedaban dudas de que se trata de una mascota-de-escritorio, así es
como se ve en el espacio que le asigné junto a mi monitor:
Ya les iré narrando cómo
va su desarrollo. No habrá emociones tan fuertes como con Paquito, la larva de Dermatobia hominis con la que tanto nos divertimos en
este blog, pero prometo que será interesante. Les adelanto que el
estado adulto presenta un dimorfismo sexual bastante curioso.
Ah sí, el porqué
del título de esta entrada. He decidido nombrar a este indivuduo
Diéresis. Tengo dos razones que me parecen más que contundentes.
Primera, la palabra diéresis me gusta mucho, pero su técnico
significado no da mucha ocasión de usarla más allá de la frase
“con diéresis en la u”, que sobra decir es un aburrimiento
total. Segunda, de cierta manera, la forma en la que crecen sus parches
de pelos amarillos hacen que la larva de Orgyia
antiqua parezca
una oruga con un par de diéresis a cuestas. Je, je.
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Todos los capítulos de la historia:
Mascota de escritorio I: les presento a Diéresis.
Mascota de escritorio II: la historia con lag
Mascota de escritorio III: El domingo pasado
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Mascota de escritorio I: les presento a Diéresis.
Mascota de escritorio II: la historia con lag
Mascota de escritorio III: El domingo pasado
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