Necesito distraerme un rato, abro la página de La Jornada y me recibe el arzobispo de Durango: ‘‘todo mundo sabe dónde vive Joaquín El Chapo Guzmán’’. Narco en las noticias, nada nuevo, pero me cuesta entenderlo, no porque no comprenda los procesos sociales y económicos que lo envuelven o porque la estupidez humana me sea un misterio, me cuesta porque pensaba en Durango y el Cerro Huehuento, en Durango y sus paleoclimas, en Durango y los árboles que habitaban ahí antes y después de las glaciaciones. Recuerdo entonces las palabras de Bárbol a Merry en algún momento de Las Dos Torres: no estoy enteramente del lado de nadie, porque nadie está enteramente de mi lado, si me entendéis. Y río con cierta tristeza, porque sé que a mí sí me importa el Durango del narco y el del Pleistoceno, sólo que ahora mismo no logro concebirlos como uno mismo.
No fue una buena distracción, cambio de giro. Reviso Puerto Libre, o ironía: el hubiera sí existe y es ambivalente. Bueno ya entendí, no es para tanto, de todo se aprende. Luego un asterisco al final me lleva a una entrevista con Rita Levi-Montalcini, “una científica italiana, premio Nobel de Medicina, soltera y feminista perpetua”. Está a punto de cumplir los cien años y su mirada me recuerda de pavorosa manera a la inteligencia de mi también centenaria tía Esther. Encuentro, en la italiana, un personaje que me genera sentimientos encontrados. No la admiro aunque sí lo hago por partes, la comprendo como total pero pienso diferente la suma de los fragmentos. Concluyo que su historia me parece triste, que tal vez no hubiera podido ser diferente, que incluso tenía que ser así, pero que nuestras palabras hoy no tienen que ser las mismas. Da para debate, pero es lo último que quiero. Me inquieto (¿será la palabra?) un poco y salgo al aún lote baldío enfrente de mi casa que para mí siempre ha sido un regalo.
Stairway to Heaven de Led Zeppelin en los audífonos. El sol despeja el frío que me había dejado el pensar en la soledad del alma humana. El enorme nopal, que es casi un ent, tiene flores y sus descendientes también. Encuentro otras flores, moradas y blancas, que nunca había visto y que claramente pertenecen a la calaña de las ruperales, me caen bien. Tendrían que ver el espectáculo, le tomé foto con el celular pero no tengo como pasarlas a la computadora (Jorge tenía razón con lo del bluetooth). Al fondo los cables de luz, el imperial Hospital Ángeles y un anuncio espectacular de lila falso. Horizonte nublado sin rastro de volcanes. La Once Sur y Cúmulo de Virgo cumplen con sus ruidos de calle. Cuando me fui a México hace cinco años sólo había un nopal, ahora asoman tímidos por todas partes, me río un poco de los australianos. Pienso en la deriva y el flujo génico, en la recolonización y la expansión demográfica, vuelvo de nuevo con el Pleistoceno, nos convierto en una era interglacial pasada y veo una tuna del futuro que tal vez podría seguir llamándose tuna y tal vez no. Subo el volumen. Makes me wonder..... uh..... makes me wonder. Desentumo las rodillas y bailo sin abrir los ojos. Se siente bien, muy bien. Tal vez tengamos que aprender más del tiempo, aunque ésta vida dada nos sea tan corta. Uh..... makes me wonder. Que la ciencia opine donde haya valores significativos. Que el hemisferio izquierdo y su razón piensen y que el derecho sienta. Que ninguno se apodere de nosotros y nos pierda en senderos de odio.