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martes, 14 de octubre de 2008

Caquitas de ratón

Estoy en la biblioteca de mi facultad estudiando para un examen de fisiología. Me encontré por azares del destino con un dato divertidísimo que de inmediato quise compartir con ustedes, pero como siempre el tiempo apremia y "guardar la idea para escribir un ensayo" sólo sumaría uno más a la larga lista de ensayos que les debo. Así que decidí inaugurar un nuevo tipo de entrada a este blog: curiosidades.

Tenía en mis manos el libro Animal Physiology de Schmidt-Nielsen y pasaba por su índice analítico en busca de la palabra "rodopsin" un pigmento relacionado con la vista cuando, decepcionada por no encontrar el término, leí en un istante automático rodents y como subtema coprophagy. Por la misma razón que puedo perderme horas en un diccionario terminé llendo a la página 149 a dar sólo un vistazo (y heme aquí).

La coprofagia significa literalmente comer excremento, que es precisamente lo que los roedores hacen no como una desviación extraña de comportamiento, sino como parte de su nutrición. La caca de roedor que popularmente conocemos, esas bolitas redondas tan parecidas a cierto cereal que cualquiera identifica como propias de un conejo, hamster, rata o ratón son sólo un tipo de heces, el otro es uno más suave, largo y ligero que el animal no "deja salir" así namás, sino que las ingiere directamente del ano (viva la elasticidad). Este tipo tan particular de desecho-alimento se mantiene separado del resto de las heces en el recto y su reingestión es clave para la sobreviviencia del animal: es parte de su digestión.

Se ha observado que si se evita la coprofagia de estas particulares heces (no puedo imaginar tal apartado en los métodos del artículo...) en ratas los animales tienen déficits de vitamina K, biocina y otras vitaminas, además de que su tasa de crecimiento disminuye entre 15 y 25%.

AHHHHH. No puedo dar más detalles porque falté una semana a clases (las dulzuras de ser biólogo e ir al campo) y falta menos de una hora para mi examen.... ¡diablos! Bueno... el apartado del libro continua explicando las diferencias entre los ratones y las libres y conejos y brinda otros datitos sorprendentes acerca de las consecuencias de evitar un hábito tan extraño para nosotros.

Sin duda este es un tema interesante que, según veo, se desprende de la problemática de localizar la fermentación de la celulsa al final del tracto digestivo. La celulosa es muy difícil de partir y los herbívoros lidian de maneras diferentes con eso, las vacas tienen un rumen y los roedores son coprofágicos ¿porqué no?

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