He estado ocupada. Muy ocupada. La cuarentena del covid19 llegó cuando la mayoría de mis proyectos de investigación están en la fase bioinformática o de redactar los artículos. El resultado es que todo puede hacerse sin salir de casa.
No había pasado tanto tiempo en una ciudad desde que soy mayor de edad. Sin salir a los volcanes vecinos, a los campos de cultivo ni al Desierto de los Leones. Mi necesidad de naturaleza se manifestó primero con la adquisición de más plantas. El último censo fue de 163 plantas en los 55 m2 del departamento, contando el balcón y los árboles que pusimos en el patio de la vecindad. Después, incrementé mi observación de las arañas y gotitas de plata con las que cohabitamos en la casa, y de los insectos, hongos, pájaros y plantas del vecindario.
Armada con el lente macro de mi cámara, he estado más activa que nunca en Naturalista. Naturalista es una red de ciencia ciudadana donde las personas podemos subir fotografías de los bichos que encontremos en algún lugar del mundo, y la comunidad (y los algoritmos de machine learning) nos ayudan a identificar qué especie es la que vimos. Ayer se llegó a 50 millones de observaciones, de las cuales 2.3 millones se hicieron en México. Segundo lugar mundial, nada más y nada menos.
La red mundial iNaturalist llegó a 50 millones de observaciones en todo el planeta.
— CONABIO (@Conabio) September 20, 2020
En México tenemos 2.3 millones de observaciones de más de 36,000 especies, lo que nos coloca en 2do lugar a nivel mundial.
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La más reciente manifestación de mi necesidad de naturaleza está asociada a las fuertes lluvias que han caído sobre el lago que ahora es ciudad. Con la lluvia continua los árboles se pintan del verde brillante del musgo. Los fresnos tienen incluso líquenes.
Decir musgo es decir musgos. En un sólo trueno en la esquina de mi casa conté 5 especies. Ahí, en este selva microscópica, sé que habitan los tardígrados. Los ositos de agua. Animales microscópicos que surgieron muy temprano en la historia del reino animal. Tienen seis patas (sí, es un dato relevante, y sí a las biólogas nos obsesiona contar patas), comen musgo y son casi indestructibles. Pueden sobrevivir por encima del punto de ebullición del agua (o sea más de 100ºC), pueden congelarse hasta el cero absoluto (-272 ºC), pueden aguantar presiones atmosféricas altísimas y también estar al vacío. Vieron nacer y extinguirse a los dinosaurios y probablemente seguirán aquí después de la especie humana, comiendo musgo.
Me entró una pequeña obsesión por saber si tenía vecinos tardígrados. Si en esos trajes verdes de los árboles urbanos habitaba también una de mis formas de vida favoritas. Y sí. Les dejo este video que tomé hoy:
Para tomar el video realicé lo siguiente:
1. Colectar 1 cm2 de musgo fresco de diferentes árboles. En total unos 5 cm2.
2. Poner el musco en una caja petri (o cualquier frasco) y agregar agua limpia lo suficiente para casi cubrirlo.
3. Dejar remojar toda la noche
4. Tomar una muestra del agua (un par de gotas) y buscar tardígrados bajo un microscopio con aumento de 100x-250x. Yo utilicé este microsopio de bolsillo.
Ahora dejaré el musgo en alguna maceta y saludaré a mis vecinos tardígrados con la confianza de que ahí están aunque no pueda verlos a simple vista.
Ah, y ésta observación de tardígrado ya está Naturalista.