Este es un domingo de tráfico en Londres, el conductor del autobús hace chistes mientras se queja de la situación y se disculpa por el retraso. El aire detrás del cristal que me separa de la calle es frío, pero es un día despejado y el sol me calienta como si el invierno no estuviera ya tocando la puerta. Voy de regreso a la ciudad donde estoy haciendo mi doctorado. Los días anteriores fueron unos de esos tantos en la que a falta de poder ser omnipresente he tenido que trasladar mi cuerpo a las tres ciudades distintas donde tenía cosas que hacer. Mi laptop y mi libreta de notas viajan conmigo, pero el trabajo de laboratorio me espera con su tedio de siempre en la universidad. Por eso es que a veces lo más práctico es llegar al laboratorio un domingo temprano, cuando afuera la mañana está cubierta de bruma blanca y los árboles se asoman callados entre las partículas de agua, justo como fue el domingo pasado.
A esas horas y día de la semana tengo el laboratorio para mí, puedo conectarme a un podcast mientras preparo mis placas de muestras en un meticuloso sistema que he diseñado a prueba de mi misma y que suele ocupar mucho espacio. De eso se trataba mi domingo de la semana pasada, es decir el 7 de octubre. Nada fuera de lo común en el laboratorio, pero cuando me senté en mi escritorio del cubículo mis ojos de inmediato detectaron movimiento dentro del toper de Diéresis, el ejemplar de Orgyia antiqua que observo desarrollarse. Y entonces el mundo se detuvo, todo lo que tenía que hacer pasó al plano de lo pendiente y se me llenó el ánimo con la emoción de ver algo nuevo, como cuando una es niña y descubre por vez primera que debajo de las macetas habitan cochinillas (que no son insectos sino un tipo crustáceos).
Puedo decir con absoluta certeza que Diéresis es macho porque Orgyia antiqua es una especie con dimorfismo sexual, es decir que los individuos macho y hembra de la misma especie tienen marcadas diferencias en su fenotipo. En pocas palabras: se ven distintos. El ejemplo clásico de una especie con dimorfismo sexual es el pavoreal y de una sin es la guacamaya. Mi extremo favorito es el del pez Cryptopsaras couesii, esos de las profundidades marinas con una lamparita bioluminiscente. La hembra es un pez grande de vida libre y el macho es drásticamente más pequeño. Una vez que encuentra a la hembra fusiona su epidermis y sistema circulatorio con ella en algo parecido a un parasitismo y se vuelve así una especie de apéndice productor de esperma. Stephen Jay Gould tiene un artículo de divulgación excelente al respecto. Aquí un dibujo cortesía de Tony Ayling desde la Enciclopedia of Life, y más fotos en el link de arriba.
En el caso de la palomilla de la que escribo en este blog el macho se ve precisamente como una palomilla, así:
Si hubiera sido entre semana y hubiera logrado maniobrar con el micro tal vez hubiera logrado tomarle una foto más decente que la anterior, pero como no, les dejo esta sacada de nuevo de la Enciclopdia of Life:
Sus particulares antenas son receptores con los que detectan las feromonas que las hembras sueltan para indicar su posición. Y las hembras, he aquí el dimorfismo, no pueden volar y no parecen siquiera una palomilla pues sus alas son apenas un vestigio. Imagen cortesía de Wikipedia:
La hembra construye un capullo donde deposita los huevos una vez que es fertilizada. Si Diéresis hubiera sido hembra tal vez hubiera podido ponerla en la ventana y podría haber tomado video de los machos que atrajera, pero como no, decidí simplemente dejarlo ir. Me disculpo por la falta de video, hice toda la maniobra con el teléfono, pero no presioné bien el botón para comenzar a grabar y no me dí cuenta hasta que el insecto ya estaba volando en algún lugar cerca de los árboles donde encontré a la larva más o menos un mes antes. Culpen a la ineptitud mía y de las pantallas táctiles.
Ya no tengo una mascota de escritorio, lo cual es bueno porque haré un viaje largo pronto, pero se queda en mí el recuerdo de algo fascinante: saber que existen dimorfismos sexuales como el de Orgyia antiqua y Cryptopsaras couesii. Extrañas (ante nuestros ojos) estrategias reproductivas que son el producto de la evolución y que ocurren ahí en lo inexplorado, como el fondo misterioso del mar y las selvas y los bosques, pero también ahí en el paisaje de nuestra ventana diaria, en la forma de una oruga particularmente vistosa que un día disfruté observar durante la hora del almuerzo.
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Todos los capítulos de la historia:
Mascota de escritorio I: les presento a Diéresis.
Mascota de escritorio II: la historia con lag
Mascota de escritorio III: El domingo pasado