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sábado, 26 de junio de 2010

Diario de mi colmoyote y yo IV: El regreso de Dermatobia hominis

Quería hacer de esta entrada algo épico y lleno de detalle. Pero ando en la prisa total y si lo sigo posponiendo perderá el encanto.

La gran noticia es que Paquito vive aún y está más sano y grande que nunca. El pasado 6 de junio publiqué que, tras un poco de dolor y de notar que la herida supuraba más de lo normal, el cadáver de mi colmoyote había salido de mi cuerpo. Todos nos pusimos tristes.

En los días siguientes, ya resignada, estuve exprimiendo un poco la herida diariamente y tratando de desinfectarla, pues comenzaba a dolerme mucho más que cuando estaba el bicho y a seguir supurando. Para el día 13 de junio, cuando me encontraba de nuevo en el lugar de orígen de las larvas, tenía un poco hinchado el brazo y me dolía un nervio, ganglio o qué se yo (nótese mi falta de conocimiento anatómico) arriba del codo, a como 15 cm de la herida. La herida, sin ser nada del otro mundo o parecer gangrena, estaba bastante roja y en un área de unos 3 cm a la redonda del piquete. La teoría hasta ese momento era que no todo el cadáver de Paquito había salido, y que al morir éste y dejar de limpiar, la herida se había llenado de huéspedes bacterianos no bienvenidos. El dolor extraño se lo atribuí a la propia infección. No se alarmen, de verdad todo lo que describo lo hago para narrar el detalle, no se imaginen un brazo hinchado y una herida gangrenosa porque no fue así.

Estaba decidida a hacer una curación mayor y dejarme de juegos, pero antes tuve a bien preguntarle a una mujer sabia de la selva, de esas que pasaron su infancia bajo su techo verde, su opinión. Su respuesta fue clara y definitiva después de ver la herida y escuchar mi historia. “Lo qué sacó fue la cascarita, el bicho sigue ahí”.

No me queda claro si efectivamente Dermatobia hominis presenta mudas en el estado larvario, pues un amigo me hizo el atinado comentario de que los díperos normalmente no se andan con esos métodos. He querido desde entonces darme una clavada en la biología del organismo, pero no he tenido tiempo, así que dejémoslo en asunto por resolver. La otra posibilidad es que muy pegados, o incluso en el mismo sitio, dos colmoyotes se hubieran instalado. De modo que en vez de tres haya tenido cuatro sin darme cuenta. Entonces, después de un tiempo la competencia terminó con uno de los dos Paquitos.

Así pues, y sea cual sea la razón detrás del regreso de mi colmoyote y la posibilidad de continuar con esta observación, renombremos a mi inquilino como Paquito'.

Sigamos con la historia. Dado que la infección comenzaba a ser... infección, lo primero que pensé fue en ahora sí extirparlo ya que no había condiciones para continuar así. Sin embargo me llamó la atención que la infección y las molestias comenzaron sólo cuando yo estuve tocándolo e intentándolo exprimir diariamente. Decidí concederle un día de gracia pero sin tocarlo más.

Funcionó. Al día siguiente el dolor había disminuído y según yo también la inflamación, aunque aún continuaba la molestia cerca del codo y la herida estuvo supurando mucho, sangre incluída. Un día más y mis sospechas eran ciertas, de verdad la infección estaba curándose. Cuatro días después la inflamación del brazo había desaparecido por completo, la roncha había disminuido su coloración roja y tamaño, el dolor cerca del codo era perceptible sólo si me presionaba fuerte y la herida supuraba cada vez con menos sangre.

Hoy mi colmoyote tiene un mes y tres días. La inflamación de la herida es local y tamaño piquete de mosco. El orificio por el que respira mide poco menos de un milímetro. La coloración es ligeramente rojiza en un área de un círculo de 1.5 cm de díámetro. Me duele sólo dos o tres veces al día por no más de un minuto. Lo presiono MUY poco para terminar de limpiar el líquido cuando supura y éste siempre es blanco o transparente, sin sangre. No hay comezón, pero si llego a rascarme entonces aparece.

En resumen: el experimento continua. Hemos aprendido que son bichos higiénicos y que les gusta pasar desapercibidos, entre menos se meta uno con la herida menor es el daño y la posibilidad de infección. En cambio si uno lo está intentando exprimir y el bicho sigue vivo, se libra una pequeña batalla y el cuerpo comienza a quejarse de verdad.

Veamos como siguen las cosas, ahorita de verdad no tengo ninguna molestia, la mayor parte del tiempo ni me acuerdo que lo tengo. Si comienza a infectarse de nuevo o mi cuerpo a reaccionar entonces cambiarán las cosas. Por lo pronto que siga creciendo.

Lamento no tener fotos, mi cámara se descompuso, pero pronto les conseguiré, lo prometo.

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Toda la historia del colmoyote:

Diario de mi colmoyote y yo I
Diario de mi colmoyote y yo II
Diario de mi colmoyote y yo III
Diario de mi colmoyote y yo IV
Diario de mi colmoyote y yo V
Diario de mi colmoyote y yo VI
Diario de mi colmoyote y yo VII
Diario de mi colmoyote y yo VIII
Diario de mi colmoyote y yo IX
Diario de mi colmoyote y yo X
Diario de mi colmoyote y yo XI
Diario de mi colmoyote y yo XII

4 comentarios:

Eróstrato dijo...

Felicidades para la valiente Alice y su experimento

A. Moreno-Letelier dijo...

Suerte Mastre y que no te duela demasiado. Esa era la principal queja de los dos casos que abandonaron el intento previamente.

SLAV dijo...

Hello :).
Wikipedia dice "[...] tras 8 semanas salen al exterior cayendo al suelo, convirtiéndose en crisálida" Cómo evitarás que la crisálida salga, se caiga y se pierda, y no veamos los frutos de tu esfuerzo?

Saludos

Ticatla dijo...

Claro que está considerado el que va a salir y hacerse crisálida. Tendré una macetita preparada para la célebre ocasión, me preocupa más que se me pierda la mosca.